martes, 16 de febrero de 2010

Lima I: Orgullo y envidia.

Aunque han pasado unos 14 meses desde mi llegada de Lima, no había pensado en sentarme a escribir y describir mi experiencia por aquella mágica ciudad gastronómica.

Ahora bien, recapitulando mi viaje, que tuvo como duración unos escasos 75 días, creo poder expresar un par de cosas de esa ciudad, su gente y su gastronomía: Orgullo latinoamericano y Envidia venezolana.

Orgullo y envidia sentí por el solo hecho de pensar en la importancia que le da cada limeño a su terruño, la manera de estar orgullosos de comer papa, zapallo (especie de auyama), camote (batata), rocoto, ají amarillo y maíz entre otros de sus productos; de reunirse en una casa o restaurant a celebrar una ocasión especial y hacerlo comiendo ceviche, papa a la huancaína, ají de gallina o carapulcra y bebiendo ese insuperable pisco peruano; mientras en Venezuela cada ocasión especial la celebramos en un restaurant italiano o español (que ha medida que mueren sus fundadores europeos se van haciendo peores) y bebiendo botellas y más botellas whisky escosés (¿es que en Venezuela no producimos el mejor Ron del mundo y el único Cocuy del planeta?).
Orgullo y envidia sentí cuando ví que en los restaurantes de alta cocina se sirve comida limeña, serrana o charapa (término acuñado a lo autoctono de la selva), donde grandes cocineros formados en Europa en su mayoría, exaltan sus productos y platos más emblemáticos aplicando técnicas de alta cocina europea clásica y también vanguardista a sus platos mas representativos.
Orgullo latinoamericano sentí cuando noté que ningún peruano dejaba de admitir que comer un "sánguche" en cualquier puesto de comida callejera era mas sabroso que comer un plato de pasta en un restaurant de lujo, no por ser mejor el uno que el otro, sino porque sienten suyo ese sabroso "sánguche".
Envidia se siente cuando ves que el común de los venezolanos come arepas unicamente cuando estan borrachos y trasnochados .
Orgullo sentí al visitar los mercados mas importantes de la ciudad (Chorrillos, Magdaleno del Mar, Surquillo, entre otros 15 aprox.) y ver que esos pequeños vendedores, productores, pescadores ponían el alma y el corazón para que su producto y su mercado fuera el mejor y así exaltar su cocina y por ende el turismo; ellos sabían que si a los cocineros limeños les iba bien a ellos como productores y vendedores les iba a ir bien.
Envidia cuando en Caracas solo existen 4 mercados importantes donde no se consigue siempre lo que se busca, al productor poco le importa la calidad de lo que vende y el resto se lo dejamos a las cadenas de supermercados que solo nos despachan vegetales y frutas hidropónicas, muy bonitas pero faltas de sabor.

Ojo...No quiero que se malinterpreten estas letras y se piense que es una crítica destructiva a nuestra sociedad, por el contrario soy un ferviente defensor de la misma, empezando por su cocina (hago y enseño comida y dulcería criolla a diario), y me niego a migrar a otro país. Lo que quiero es que se haga un punto de reflexión con respecto a lo que aquí pasa y lo que podemos hacer para mejorar, los limeños y peruanos en general lograron levantarse como una cultura gastronómica fuerte en menos de una decada y según lo que escuché alla, lo hicieron sintiendose orgullosos de quienes son y de donde vienen.

Invito a que cada venezolano que lea estas líneas sienta orgullo de ser latinoamericano y mucho más, que sienta orgullo de comer Arepas, Asado negro y Pabellón; de celebrar los cumpleaños con una Torta de Guanabana en lugar de un Profiterol y de apartar el whisky de un matrimonio y beber Ron. Comencemos a sentir Orgullo Venezolano y disfrutemos con gusto todo eso que nos agrada y no nos pertenece.

1 comentario:

Ricardo Guerrero dijo...

Que boniiiiiiiiiiiiiiiiito cholo, a ti como que te pica el poto de noche...
La compañia???? no dices nada de tus dos roomates y de el exorsista guakeando las paredes...